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miércoles, 3 de junio de 2015

Calendario



No le avisaron, ni le advirtieron.¿O quizás si, y no hizo caso? Da igual.
No va al caso en este momento.
Simplemente llegó el día en que todo pasó llegó sin mayor aviso. Aunque “ya lo tenía claro”, o al menos eso le hicieron ver.

Era curioso, porque toda su vida supo lo que iba a tener que vivir; lo había visto en libros, en películas, había escuchado en el boca a boca. Habían tratados ancestrales, sicologos, filosofos, monjes, y quizas miles de personajes que podrían haberle dado una lección de vida al respecto. Pero incluso asi, nada podría haberse anticipado al suceso que iba a pasar.
Pero nada de eso sirvió. Y cuando llegó el momento, ninguna de las enseñanzas o consejos que permanecían en su cabeza, se hicieron presente. Simplemente todo ocurrió. Inevitable, doloroso, liberador, con un costo enorme. Haber pretendido hacer cosas que no debía. Haber perdonado lo que no debía perdonar. Haber cargado por tanto tiempo con la culpa. ¿Culpa de qué?

Se refugió en los recuerdos, pero todos ellos estaban contaminados por la obscuridad actual, que no era otra cosa que el reflejo de su propia sombra, proyectada en su futuro.

¿Qué si había sido un error? No. No lo era. Entendió al poco tiempo que era una etapa que había que vivir, que había que sentir, y que por sobre todo, había que aprender de ella. Un aprendizaje que sería arduo, lento, pero era la única manera. No había un punto intermedio para el dolor. O era real o no. Y este, era más real que todos lo que había sentido antes. Era real porque le pegaba justo en donde le dolía: En sus ilusiones.  Aquellos pensamientos de que todo podía ser mejor si se esforzaba y trataba de dar lo mejor.

¡Qué error más grande haber crecido con esa forma de pensar!

¡Qué manera de perder el tiempo, tratando de cambiar las cosas que simplemente debían ser!

Paso el tiempo por cierto. Hoy solo se limitó a escribir lo que significaba ese suceso, y todo lo que aprendió hasta el día de hoy. No hay resentimientos, ni siquiera hay algo para detenerse a escuchar. Cuando mira hacia atras solo hay indiferencia, quizas algo de rencor, y rabia, pero sentimientos que nunca entendió el porque fueron depositados en su corazón.

Un día más por supuesto, que le llena de vida, cuando mira hacia atrás.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Origen

¿Como puede alguien ser original, si partimos de la base de ser no mas que un reciclado de los genes de nuestros padres? Una replica, un remix. Traemos toda la materia prima de nuestros ancestros encima (y quien sabe que mas), reciclada una y otra vez, presente en cada uno de los cromosomas, las células, los átomos. Las enfermedades, los pesares, su dolor, sus alegrías.-

Y es esa esencia la que ha buscado replicarse una y otra vez, de manera enfermiza, pero, ¿Buscando que? ¿Qué buscamos cuando nuestro instinto nos pide estar y quedarnos con otra persona, para formar algo en el tiempo? ¿Convivir?¿Amar? ¿Conocer el placer, para luego conocer el dolor de la perdida?

Es una pregunta bastante compleja, conocer cuales son los misteriosos procesos químicos, que gobernados por alguna fuerza cósmica de complejo entendimiento, nos impulsa a buscar la compañía, aquella en la que suponemos, encontraremos y experimentaremos el amor.

 ¿Pero que es el amor en si? ¿Una leyenda? ¿Algo así como la mítica piedra filosofal? ¿Que existe en aquella necesidad de experimentar un estado casi alterado de conciencia, como es perdernos en el otro?¿Qué hay dentro de ese dolor que sentimos frente a la perdida de la pareja?

Desconozco si he experimentado hasta este momento de mi vida, algún sentimiento mas abrumador que mi última experiencia amorosa. Cuando hablo de "abrumadora", no me refiero en el sentido negativo, que por cierto existió, sino en la cantidad de sensaciones que me permitió experimentar en un plazo tan breve. Parece casi increíble que toda la pasión desarrollada al interior de una relación, desaparezca para solo convertirse en un cálido recuerdo. Se me viene a la cabeza una película que no recuerdo el nombre, y que trataba sobre donde se iba el amor, una vez que las parejas se separaban por diversos motivos. Esa energía que existía y manaba de la unión de ambos, simplemente se reciclaba en alguna parte del cosmos. La cinta daba a entender que finalmente, cada una de las vivencias que pasábamos en nuestras vidas, eran finalmente encontrarnos en el otro, pero primero, para que eso ocurriese, teníamos que amarnos, mas allá de todo ego.

Quien sabe a ciencia cierta cual es el origen o el final del amor, si es que este, termina realmente alguna vez o comienza alguna vez.

martes, 17 de marzo de 2015

Historias



Debo reconocer que hasta hace no mucho tiempo, me aburría escuchar lo que la gente me quería contar. Lo anterior responde a la desilución que tenía hasta hace algún tiempo, de la certeza de que casi todo lo que podía escuchar de alguien, me daba una suerte de seguridad respecto a quien tenía enfrente.


Sin embargo, esa percepción cambio por completo durante el último año. Pude comprender que muchas de las historias que la gente cuenta, están completamente desligadas de lo que realmente hacen en la vida:. Amor, engaños, alegrías, vivencias de toda índole. Es como si fuéramos una especie muy extraña respecto a lo que realmente queremos. Vivimos en una eterna batalla en donde la dualidad de nuestro Yo y nuestro Ego, siempre termina por mantenernos en un cuestionamiento inagotable. Y hay que entender aquella dualidad, abrazando al ser que tienes enfrente. Detrás de aquella historia que escuchamos, hay una mucho más profunda sin ser relatada.


Decir y hacer. Un paso que suena tan simple, pero a la vez, un movimiento de impensadas consecuencias en el tiempo. A veces incluso, poder convertirse en una condena, y en otras ocasiones en el alimento para esta voz interna que exige respuestas. Un movimiento sublime pensado para esta "sinfonía" que conocemos como nuestra vida.


Un coleccionista de historias, es eso en lo que me he convertido. Como un atento alumno deseoso de aprender. Cada una de esas anécdotas que llegan a mis oídos, las atesoro, las repito algunas veces en mi cabeza, y trato de entender la razón por la que las personas son únicas, y que aunque la historia se repita una y otra vez en diferentes personas, es la experiencia la que le da un tenor diferente. 


Quizá de alguna forma, y como cita la divina comedia “lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad”. Todos estamos viviendo la misma historia, contada desde diversos extremos, a veces sin conocernos, pero al fin y al cabo nos ha tocado vivir en esta fábula que llamamos vida, llena de un aprendizaje, que no es otra cosa más que vivir. Sublimarnos con cada momento y con todos aquellos que forman parte de esa irremediable fracción de tiempo destinada a permanecer solamente en nuestra memoria.


Cada vez que escucho una historia, atesoro un valioso fragmento de tiempo, que la otra persona me ha entregado. Un regalo incierto por cierto, pero a fin de cuentas, la vibración de vida que la otra persona ha escogido compartir.




martes, 10 de marzo de 2015

La silla rota



Recogí cada una de las astillas, y una se enterró con fuerza en mi mano, como si quisiera recordar el daño irreparable que le había causado. De alguna manera, los trozos de madera, no solo abrazaban mi mano, tratando de entender la destrucción que había depositado sobre ellos, sino que en la destrucción a la que me estaba forzando a vivir. En como me estaba destruyendo por un sin sentido.
 
Aquella tarde, el silencio se apodero de todo. Luego de la furia desatada, la silla en pedazos sobre el piso. Culpable de nada, la azoté contra el piso una y otra vez, hasta que sus astillas se esparcieron sin sentido sobre la superficie. Iracundo, y enfurecido, trataba de analizar fríamente lo que me había llevado a esa situación, mientras que de fondo, y casi como un eco angelical, sonaban algunos acordes de villancicos navideños. El ambiente estaba impregnado en su gran mayoría por la felicidad y la paz, mientras yo, reposaba en el osario de mis sueños y esperanzas. Abrazado nuevamente por la indiferencia.

La noche se vino, rápidamente. Mientras el silencio gobernaba todo sin la mayor resistencia.  De fondo, el murmullo de la celebración. La situación incómoda, pero sin una disculpa, sin una intención de solucionar. La renuncia a todo era la única forma de vencer ese obstáculo. Hundirse de nuevo en las lagunas de la culpa. Solo enmudecida y secuestrada por el orgullo, permanecían las palabras necesarias.

Y llegó la madrugada, y en un juego enfermo, envueltos en la oscuridad, se prefirió extender la agonía hasta el amanecer. En medio de la oscuridad todo se quebró con un beso tímido, empapado en lágrimas. Un beso que no negaste. Pero que devoraste como si reforzara tu poder y tu dominio.  Luego la pasión, que pretendía reescribir la historia. Pero no fue suficiente. Volvi a dormir, volví a caer.  Y seguí cayendo hasta que un día me desperté en el fondo. Solo, y con la verdad azotándose en mi cara, como aquella silla que rompí en pedazos alguna vez.