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martes, 28 de julio de 2015

La Media Naranja



El origen de la frase “encontrar a la media naranja”, se remonta a una época quizás más antigua de la que imaginaba.Tanto así que para descubrir su origen, debemos hacer un viaje en el tiempo hasta la época de Platón.


Para ser más preciso, en la obra “El Banquete”, Platón cita las enseñanzas de Aristófanes, quien cuenta que el origen de aquella frase, nace de la leyenda que cuenta que en el principio de los tiempos, la raza humana era perfecta. Hermosos y preciados seres mitológicos esféricos, similares a naranjas, que tenían dos caras opuestas sobre la cabeza, además de contar con cuatro brazos y cuatro piernas. Los seres estaban compuestos por diversidad de género; hombres, mujeres, y andrógino, es decir, hombre más mujer. Sin embargo, los seres con el pasar del tiempo, se volvieron vanidosos y desafiantes, tanto así que un día se les ocurrió desafiar a los dioses...


Tal atrevimiento no quedó impune y  el sumo Zeus enfurecido, los castigó partiéndolos por la mitad. Acto seguido, mandó a Hermes a que a cada uno le atara la carne sobrante en torno al ombligo. Ya repuestos del castigo, los seres quedaron entristecidos buscando a la mitad que les correspondía. Una tarea casi imposible, y que tristemente, si alguna vez llegaba a suceder, se abrazaban hasta morir de inanición. Zeus, que comprendió que su castigo había sido excesivo, en un acto final de compasión, ordenó a Hermes que les girase la cara hacia el mismo lado donde tenían el sexo: de este modo, cada vez que uno de estos seres encontrara a su otra mitad, de esa unión pudiera obtener placer y descendencia según fuera el caso. Fue a contar de ese momento, que los seres humanos vivimos condenados a la eterna búsqueda de nuestra "media naranja", con la finalidad de buscar la anhelada completitud.

Como humanos, uno de nuestros mayores anhelos es sentirnos completos. Llegamos a un punto de nuestra vida, en que esperamos de alguna manera que alguien nos complemente, que llegue a nuestras vidas y se convierta en una pieza hecha a la perfección. Pero es algo complejo. Podemos esperar toda la vida, incluso equivocarnos en el proceso de encontrar a nuestra mitad. Hasta que al final nos quedamos con alguien a quien nos acostumbramos. Un parche, un analgésico para evitar darnos cuenta que la persona que tenemos en frente, una tapa bajo la mesa coja, algo que no debería estar ahí y lo sabemos. Los dioses fueron sabios con el castigo, y nosotros debemos aprender la lección. No buscar una mitad, sino un entero. Alguien con quien de verdad, nos sintamos nosotros mismos en totalidad.

miércoles, 3 de junio de 2015

Calendario



No le avisaron, ni le advirtieron.¿O quizás si, y no hizo caso? Da igual.
No va al caso en este momento.
Simplemente llegó el día en que todo pasó llegó sin mayor aviso. Aunque “ya lo tenía claro”, o al menos eso le hicieron ver.

Era curioso, porque toda su vida supo lo que iba a tener que vivir; lo había visto en libros, en películas, había escuchado en el boca a boca. Habían tratados ancestrales, sicologos, filosofos, monjes, y quizas miles de personajes que podrían haberle dado una lección de vida al respecto. Pero incluso asi, nada podría haberse anticipado al suceso que iba a pasar.
Pero nada de eso sirvió. Y cuando llegó el momento, ninguna de las enseñanzas o consejos que permanecían en su cabeza, se hicieron presente. Simplemente todo ocurrió. Inevitable, doloroso, liberador, con un costo enorme. Haber pretendido hacer cosas que no debía. Haber perdonado lo que no debía perdonar. Haber cargado por tanto tiempo con la culpa. ¿Culpa de qué?

Se refugió en los recuerdos, pero todos ellos estaban contaminados por la obscuridad actual, que no era otra cosa que el reflejo de su propia sombra, proyectada en su futuro.

¿Qué si había sido un error? No. No lo era. Entendió al poco tiempo que era una etapa que había que vivir, que había que sentir, y que por sobre todo, había que aprender de ella. Un aprendizaje que sería arduo, lento, pero era la única manera. No había un punto intermedio para el dolor. O era real o no. Y este, era más real que todos lo que había sentido antes. Era real porque le pegaba justo en donde le dolía: En sus ilusiones.  Aquellos pensamientos de que todo podía ser mejor si se esforzaba y trataba de dar lo mejor.

¡Qué error más grande haber crecido con esa forma de pensar!

¡Qué manera de perder el tiempo, tratando de cambiar las cosas que simplemente debían ser!

Paso el tiempo por cierto. Hoy solo se limitó a escribir lo que significaba ese suceso, y todo lo que aprendió hasta el día de hoy. No hay resentimientos, ni siquiera hay algo para detenerse a escuchar. Cuando mira hacia atras solo hay indiferencia, quizas algo de rencor, y rabia, pero sentimientos que nunca entendió el porque fueron depositados en su corazón.

Un día más por supuesto, que le llena de vida, cuando mira hacia atrás.