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martes, 24 de mayo de 2016

Un Saco de Huesos



“El dolor del duelo es como un invitado borracho, cuando parece que se ha marchado vuelve a darte un último abrazo.” – Un saco de Huesos, Stephen King

¡Ay, el dolor señor King! Si hasta usted considera lo considera como un invitado (desagradable por lo demás) importante dentro de sus escabrosos relatos. Y es que, sin caer en la pretensión, ¿Qué tiene que envidiarle el dolor a los efluvios mágicos que podría tener una criatura del averno, o un payaso diabolico que habita en las profundidades de un pueblo, acechando a un grupo de niños? Me temo que nada o casi nada.

Vivimos pensando en el terror, como el resultado de nuestra interacción con alguna criatura o situación fantastica, cuando de verdad, en muchas etapas de nuestra vida, nuestras emociones son carcomidas por situaciones mucho más comunes de lo que esperamos, y en ellas nos encontramos como resultado esta emoción, que suele ser un tormento que nada debe envidiar a los monstruos más temibles. ¿Es acaso el dolor de la perdida en realidad, la materializacion de un fantasma que nos atormenta? y si asi fuese,  ¿Cómo pudiese liberarse un corazón herido de una maldición tan compleja?
La novela “Un Saco de Huesos” - que relata una historia de maldiciones y fantasmas - , nos brinda una historia muy interesante sobre el peso del dolor en nuestra vida (y la de los demas), y que estamos dispuestos a hacer para dejarlo ir. La novela, que cita textualmente la frase de "superar un duelo”, habla de igual forma, de que no pueden tomarse a la ligera los alcances de esta condicion, pues, un acontecimiento determinado, puede sin duda alguna, modificar nuestra conducta de manera definitiva, para bien o para mal.

Es normal que las personas tiendan a  cubrir el dolor, con euforia, y todos aquellos sentimientos y conductas que coquetean con la autodestrucción, pero,  ¿No le parece curioso, que lo único que queramos sea olvidar un determinado acontecimiento, pero este se manifiesta con aún mayor fuerza en nosotros? Y lo anterior solo parece acentuarse cada vez que buscamos una vía de escape rápida. ¿No es quizas la aceptación de esta emoción, una clave para liberarse de ella? Cuando aceptamos el dolor, este parece perder toda la fuerza que posee sobre nosotros.

Quizás debiéramos tomar un consejo del libro:  A veces hay que enfrentar los fantasmas del pasado, para que estos nos dejen libres. Puede que a veces, la maldición de un duelo, simplemente este ahí, porque nosotros se lo permitimos.

lunes, 16 de mayo de 2016

Una Copa de Más



“El amor es como el vino, y como el vino también, a unos reconforta y a otros destroza.”

La frase anterior, propiedad del escritor austriaco Stefan Zweig, hace una comparación entre las virtudes del alcohol y  los efectos del amor en las personas. No es casualidad que la relación con las espirituosas bebidas alcohólicas, tenga mucha similitud con nuestra relación con las personas.  Hay gente que jamás ha bebido una gota de alcohol, y sin embargo, se han convertido en alcohólicos emocionales, presos de relaciones obsesivas. Relaciones en las que pierden la dignidad y sufren daños irreparables a nivel físico y emocional.

Una Copa de Más

Negar que los efluvios mágicos de una copa de vino -consumida responsablemente- nos puedan llevar a experimentar placenteras sensaciones, sería negar que el amor a veces nos haga sentir más cerca del cielo que de la tierra. Ambos efectos podrían ser descritos como la “locura voluntaria” de la que habla Séneca. Y si bien el enamoramiento en algunas personas,  comparte muchas características con  el consumo de bebidas alcohólicas, esta relación siempre  camina en el delgado hilo que separa el placer de la adicción.

¿Qué ocurre cuando nuestros sentidos sucumben ante la adicción del alcohol? 

Pues algo muy similar cuando sucumben ante el efecto de un enamoramiento desenfrenado. Rápidamente, las maravillas se transforman en la peor pesadilla para nuestra salud. El sabor aterciopelado del alcohol, es reemplazado por el repugnante tufo del vomito saliendo de nuestra boca. La resaca danzante como el infierno en nuestra cabeza. Y aunque muchos conozcan  los resultados desastrosos de la ingesta en exceso, vuelven una y otra vez a repetir el amargo espectáculo de la borrachera.

Una relación amorosa, carente de responsabilidad, puede llevarnos a tener una “resaca emocional” de impensadas consecuencias. Es una buena razón conocer nuestros límites, porque lo que nos jugamos en una relación inconsciente o en piloto automático, es nuestra dignidad, lo que somos y lo que nos define. Un juego peligroso. Una ruleta rusa apuntando directamente a nuestra sien, en donde el resultado es perder. Una conducta obsesiva, que nada tiene que envidiarle al alcoholismo.

¿Y cómo se puedo ser responsable en una relación? 

Conozca sus límites.

Nunca ponga en tela de juicio su dignidad como persona. Ponga la alerta. No confunda las cosas. Vivimos en una sociedad que le ha dado propiedades mágicas al enamoramiento y por lo tanto, al idealizar exageradamente a las personas. Ponga los pies en la tierra. Ponga a su pareja en la tierra. Nos relacionamos con personas. Con sus defectos y virtudes.  No se aferre al dolor con normalidad.  Cuando una relación le impide funcionar bien como persona, es el momento adecuado para buscar ayuda y replantearse el vínculo. Amar es una decisión. Pero cuando se transforma en una obsesión, no hay nada que la diferencie del alcoholismo.
En este escenario, es muy común toparse con psicópatas y narcisos, quienes pueden aprovecharse hábilmente de personas susceptibles a conductas obsesivas, para poder obtener jugosos dividendos. Por eso es necesario poder revisar constantemente, nuestros valores y principios, sobre todo el principal, que es la autoestima, el valor propio. (y no el ego como muchos afirman). Ellos serán pilares fundamentales en situaciones de riesgo. Recuerde que el  principal riesgo es perderse uno mismo en conductas altamente destructivas. Y si el amor con ciertos personajes, significa destruirse en el proceso, es mejor estar solo.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Forma & Fondo


- Pero digame, sea sincero conmigo alguna vez en su vida... ¿Por qué sigue pensando en ese alguien que le destrozó el corazon?
- En verdad yo tampoco lo entiendo. Quizás se deba a que en la realidad, al tratar de olvidar, solo me he focalizado en perpetuar su recuerdo, en vez de olvidarlo. Me pasa como en esa película, donde trabajaba Leonardo Di Caprio, ¿Se acuerda usted?
- ¿Inception?
- Si, era esa. En esa película hablaban sobre lo persistente de una idea. De que "no pensar en elefantes blancos", siempre provocaba el efecto contrario, que era precisamente, pensar en ellos.
- Entonces, me dices que tu problema, ¿Tiene que ver con elefantes blancos?
- Pues yo creo que si...
Al momento cogió su cigarrillo, y con la mirada perdida en la noche, aspiro una calada de humo que casi lo obliga a toser. Luego de unos breves minutos de silencio, volvió a coger su vaso de whisky, servido aún hasta la mitad.

- Yo creo que tu problema, es sin dudarlo, algo que tiene que ver con la forma, mas que con el fondo.
-     ¿Como dices?
- Pues, como te lo dije. Estas obsesionado con la forma del amor,pero no así con el fondo. Estas aun sumido en la imposibilidad de  aceptar que te equivocaste, que en realidad lo que elegiste fue la forma, pensando que era el fondo.
- No logro comprenderte aún.
- Es algo sencillo de aprender, pero difícil de aceptar. Lo que esa persona representa para ti en este momento, y en todos los momentos en los que le has tenido presente, un símbolo, una imagen. Quizás representa en este momento, una decisión que quizás no querías tomar, pero las circunstancias fueron diferentes.
- Bueno, no me arrepiento de mi decisión. Lo que me arrepiento, es haber sentido todo lo que sentí después.
- A eso me refiero con la "forma". El fondo lo tienes claro, pero aun sigues apegado a la forma. Por que la forma es deseo, y el deseo nunca se logra colmar. Es como un conejo travieso, que de alguna forma siempre logra escapar de nuestras manos, para aparecer en otro lugar. Cumplir un deseo, es como sostener aceite en las manos; tarde o temprano se va a escurrir, y aparecerá otro deseo. Mientras desees una forma y no un Fondo, definitivamente nunca vas a superar la historia. La forma es engañosa, porque puede ser lo que finalmente anhelamos, pero no necesariamente lo que necesitamos. Piensa en un hermoso par de zapatos de cuero en una vitrina: Entras a la tienda, y te los pruebas, pero no te quedan bien. No son de tu numero, son incómodos, huelen mal. Por fuera son preciosos, pero no son para ti, y además, son carisimos. ¿Gastarías dinero en ellos? Pues claramente no. Pero en tu caso, estas haciendo ese ejercicio. Vas a gastar en los zapatos, y con el tiempo, dañaran tus pies, y finalmente, se harán pedazos en corto tiempo. En definitiva, eso es lo que te quiero decir.

Rápidamente, bebió otro sorbo de whisky, y le dio una ultima calada al cigarrillo.Trató de masticar uno de los hielos del vaso, si mayor resultado. Un escalofrío recorrió su espalda. Su anfitrión le había puesto en Jaque Mate, le había revelado la verdad, y no le quedaba más que aceptar.

- Ahora entiendo todo. Tanto tiempo anhelando algo que en verdad no era para mi.
- Lo que no es para ti, siempre va a generar resistencia, rechazo, y dolor. Nunca lo olvides.
- Gracias.






viernes, 11 de septiembre de 2015

Errores # 1

Es curioso, pero hay ocasiones en que aceptar un error, se traduce en una experiencia un tanto dolorosa, porque usualmente, uno no puede entender que la decisión que uno ha tomado, termina volviéndose en contra de uno, sobre todo cuando ha pensado en que todo sería para mejor.

 Sin embargo, creyendo firmemente en que en el universo nada es "accidental" y todo forma parte de un puzzle que no siempre podemos ver en el momento, creo que los errores se transforman sin querer, en valiosas fuentes de aprendizaje, aunque para que esto ocurra, debemos mirar fijamente en nosotros mismos, y por sobre todo, en nuestro entorno.Hay ocasiones en que las decisiones que creemos haber tomado responsablemente, solo cubren una parte del problema. Hacerse responsable de una decisión que finalmente consideramos un "error", incluye también el hecho de perdonarnos y aceptar que, no somos perfectos, ni estamos cerca de serlo. Siempre existe la posibilidad de pedir perdon, pero también, uno de los más difíciles ejercicios de esto, es perdonarnos a nosotros mismos. No podemos vivir acarreando culpas por decisiones que creímos en el momento adecuadas. Si llegamos a ese punto, quiere decir que nuestra consciencia estaba segura que esa era la solución. 
Martirizarse por los errores y decisiones que tomamos, no tiene sentido alguno. Lo hecho, hecho esta, y no hay nada que podamos hacer para cambiar el pasado, pero si mucho por hacer para cambiar el futuro y por sobre todas las cosas, vivir el presente de la mejor manera, observando con paciencia y serenidad nuestro entorno, sin tratar de engullirlo para lavar la culpa que podamos acarrear. La culpa no es otra cosa que arrastrar el pasado más de la cuenta. ¿Si no nos perdonamos, ni perdonamos, crees que podrás liberarte del rencor o el odio alguna vez? La vida es corta. Vivir aferrados a un sentimiento que nos daña, no tiene sentido alguno.

martes, 23 de junio de 2015

Observar la Sombra



Hábilmente, te haces del control como costumbre. Y ahí aparece nuevamente el niño herido de mi infancia. Asustado, temeroso. Nunca amado. Siempre un objeto, un siervo, un amante, pero nunca un ser completo. Aquel que pensaba que la vida sería de una forma completamente a la que le tocó vivir. Lo alzas entre tus brazos y le prometes redención. Lo seduces y sumerges dentro de tus tinieblas, que no son otra cosa que tus dominios, en donde el dolor se hace necesario para vivir. En el borde de la vida y la muerte, pero en verdad, lo que tú quieres inconscientemente es la muerte, aunque ello implique que tú mismo desaparezcas.

Durante tanto tiempo, me refugie en tu regazo, pensando que aquel festín de lágrimas sin derramar, de odio y recelo, serian una armadura lo suficientemente poderosa para enfrentar al mundo; para poder interactuar con la gente y sentirme seguro. Pero era imposible anticiparse al ardid que habías planificado tan sabiamente.  Sabías que si me dejabas preso del dolor, tu presencia se haría más fuerte, y tomarías el absoluto control de todo. Y te dejé. Te dejé que hicieras las cosas a tu manera. Y me volví un ser despreciable, y vicioso. Alejado totalmente de la virtud. Dejé que sabotearas cada uno de los esfuerzos que hice en mi vida, para dejarme siempre en cero, y gruñendo como un animal herido. 

Eso es lo que yo te permití hacer. 

No te culpo por existir. Eres parte de mí, pero no sabía de tu existencia. Creí siempre que los problemas emocionales venían del exterior, y jamás del interior. Pensaba que eras un mito, una leyenda urbana. Una canción perdida en el tiempo. Fue así como empecé a observarte, oculto en las mismas sobras que tejiste a mí alrededor tanto tiempo. Y un día te embosqué, y me di cuenta donde había estado tanto tiempo. Envuelto en una vida que no quería, en donde no era más que un actor interpretando un guion que no estaba claro. Relacionado con gente dañina, gente que no quería sanar y que alimentaban tu presencia. Ya te descubrí y no caigo en tus trampas. Y sé que hoy no te queda más que disfrazarte de rencor angustia y violencia, pero es lo único que te queda para seguir reinando un lugar que ya no te pertenece.

martes, 10 de marzo de 2015

La silla rota



Recogí cada una de las astillas, y una se enterró con fuerza en mi mano, como si quisiera recordar el daño irreparable que le había causado. De alguna manera, los trozos de madera, no solo abrazaban mi mano, tratando de entender la destrucción que había depositado sobre ellos, sino que en la destrucción a la que me estaba forzando a vivir. En como me estaba destruyendo por un sin sentido.
 
Aquella tarde, el silencio se apodero de todo. Luego de la furia desatada, la silla en pedazos sobre el piso. Culpable de nada, la azoté contra el piso una y otra vez, hasta que sus astillas se esparcieron sin sentido sobre la superficie. Iracundo, y enfurecido, trataba de analizar fríamente lo que me había llevado a esa situación, mientras que de fondo, y casi como un eco angelical, sonaban algunos acordes de villancicos navideños. El ambiente estaba impregnado en su gran mayoría por la felicidad y la paz, mientras yo, reposaba en el osario de mis sueños y esperanzas. Abrazado nuevamente por la indiferencia.

La noche se vino, rápidamente. Mientras el silencio gobernaba todo sin la mayor resistencia.  De fondo, el murmullo de la celebración. La situación incómoda, pero sin una disculpa, sin una intención de solucionar. La renuncia a todo era la única forma de vencer ese obstáculo. Hundirse de nuevo en las lagunas de la culpa. Solo enmudecida y secuestrada por el orgullo, permanecían las palabras necesarias.

Y llegó la madrugada, y en un juego enfermo, envueltos en la oscuridad, se prefirió extender la agonía hasta el amanecer. En medio de la oscuridad todo se quebró con un beso tímido, empapado en lágrimas. Un beso que no negaste. Pero que devoraste como si reforzara tu poder y tu dominio.  Luego la pasión, que pretendía reescribir la historia. Pero no fue suficiente. Volvi a dormir, volví a caer.  Y seguí cayendo hasta que un día me desperté en el fondo. Solo, y con la verdad azotándose en mi cara, como aquella silla que rompí en pedazos alguna vez.