martes, 17 de febrero de 2015

Salto de fe




En la pelicula Indiana Jones y la Última Cruzada, Harrison Ford, debía realizar "Un Salto de Fé" hacia un abismo, para poder alcanzar finalmente el Santo Grial. Ciertamente una locura, considerando que era probable que encontrara la muerte arrojandose hacia el vacio. Si tuviste la ocasión de ver la pelicula, te daras cuenta que mágicamente y como toda aventura de ficción, el bueno de Indy, se salvó de milagro, cayendo hasta un puente "invisible", que le permitío lograr su cometido.

Pero nosotros no somos Indiana Jones.

SI pudieramos definir el acto anterior, podríamos decir ciertamente, que es el  creer o aceptar algo intangible o improbable o sin evidencia empírica. No manejar ninguna variable más que el azar y los datos previos. Una locura.


La expresión  originalmente se le atribuye al filoso y teólogo danés, Soren Kierkegaard; aunque el nunca utilizó el término de este modo, sino más bien  como “un salto hacia la fe”. Haciendo referencia a la entrega del hombre a hacia los misterios de la fe.

Imposible e impensable, un salto al vacío, sin ninguna posibilidad de conocer los resultados. 

Hasta hace un poco tiempo, pude conocer a una persona que había depositado todas sus esperanzas y sueños en un proyecto de vida. Un cambio radical en todo lo que implicaba su vida hasta ese momento. Hoy, el resultado de aquel salto de fé, no son más que lágrimas y una gran sensación de vacío y amargura. ¿Qué es lo que había hecho mal? ¿Qué había ocurrido que Dios le había castigado con tan grande decepción, después del amor que había entregado?

No había hecho nada malo por cierto, pero si olvidar que que hay ciertas variables que son imposibles de manejar en la vida. Sobre todo cuando depositamos el resultado de nuestra felicidad y expectativas en otra persona. 

¿Existirá un autoengaño más grande que pensar que la otra persona, esta destinada para cumplir nuestros anhelos?

Desarrollar con el tiempo un apego hacia la persona “amada”, entra en el peligroso terreno del “para que sea feliz”, renunciando a todo lo que somos. 

¿Dónde quedamos nosotros en esa ecuación? ¿Somos realmente felices con este ejercicio, o simplemente, como adictos, transformamos a la otra persona en una suerte de droga? Y es que no es algo alejado de la realidad, pensar que de alguna forma, desarrollamos una adicción a ciertas personas.  Y como buenos adictos, dejamos lo que somos hasta transformarnos en sirvientes de una relación que en muchos casos es completamente dañina. Una relacion debe conformarse por algo reciproco, en equilibrio, responsable, si hacemos el salto, lo hacemos juntos. Si te caes, te ayudo.

Pero, es hacerlo o no hacerlo. Es apostarlo todo por el todo. Una responsabilidad enorme que toma uno en algunas ocasiones de la vida. Y usualmente, el salto es al abismo de la desilusión.

Un salto de fe es una muestra de la más absoluta devoción que profesamos hacia algo o alguien. Quedan pocas personas capaces de hacer eso hoy en día por la misma razón. Sin embargo, también debemos tener claro, que es un salto hacia el vacío, hacia el abismo, en donde si no tenemos la preparación suficiente, podemos pagar caro el daño de la caída.

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