viernes, 6 de febrero de 2015

La entrevista # 1



-          ¿Y qué es lo que opina entonces respecto a este tema?

-          Pues que no hay receta en definitiva. Podríamos pensar que si existiera algún tipo de solución para los problemas que radican en el enamoramiento, las emociones, noviazgos, consortes, concubinatos, y otras relaciones similares, las antiguas civilizaciones ya lo hubieran descubierto hace milenios, pero no ha sido así.


-          Entonces,  ¿piensa que ante un quiebre  la culpa siempre es del otro?

-          No en absoluto . ¿Me habla de la culpa? ¿Existirá un sentimiento más absurdo que la culpa en este tema? La convivencia tiene mecánicas que no funcionan, por una condición natural de las personas. Recuerde que ante todo lo que digan los científicos y defensores de la conciencia, seguimos siendo animales, y funcionamos de manera territorial, aunque aquellos territorios se hayan trasladado a nuestros pensamientos y sentimientos. Es totalmente descabellado pensar que la otra persona nació para cumplir las expectativas del otro -  que es el sentimiento que predomina hoy cuando estamos bajo los efectos del enamoramiento- por lo que, hay que aclarar que si bien el enamoramiento es una emoción sumamente poderosa y nubla la visión respecto a la persona que tenemos en frente, es una emoción pasajera. Es por eso que cuando surgen los problemas en las relaciones, rápidamente las personas proceden a proyectar en el otro, todos sus problemas internos: Si proyectas silencio, no encuentras la manera de comunicarte, si expresas odio, es simplemente el odio que te tienes tú mismo; si tratas constantemente al otro de mentiroso, es muy probable que estés cubriendo tus propias mentiras  con los actos de tu pareja. Cuando se llega a ese punto, existen dos opciones súper claras: O trabajas arduamente en conjunto para que las cosas funcionen, o te retiras.  No hay otra opción posible. 


-          ¿Es decir que cuando dos personas no logran solucionar el problema en conjunto, no existe salvación?

-          Eso es una realidad absoluta. Si al problema le ponemos paños fríos, aminorando los síntomas pero no la causa raíz, y no se logra un acuerdo real, o se definen bien las metas que la pareja desea – lo que dicho sea de paso, es un triunfo de la comunicación- es absolutamente imposible poder superar esto en el futuro inmediato. Los conflictos de pareja, siempre son de dos, ya sea por omisión o por acción.  Si dos humanos han decidido terminar en convivencia, es una torpeza pensar que el “amor” será el bálsamo milagroso para los problemas. Somos personas, con defectos y virtudes, no personajes destinados a la perfección absurda a la que nos tienen acostumbrados los cuentos de hadas y manuales de convivencia.


-          ¿Y qué pasa cuando las personas se mantienen aferradas a estos círculos interminables de amor y odio?

-          Es lógico pensar que alguna de las partes tiene la culpa de esto. Sin embargo, yo desde mi perspectiva personal, pienso que eso es un error. Estos ciclos no son más que claras señales de que los problemas de convivencia no son producto de “haber formado una pareja”, sino más bien, son las manifestaciones de los problemas que acarrea cada uno. Ya sean celos, inestabilidad emocional, ciclos sentimentales no cerrados, y un largo etcétera. Aparecen durante el desarrollo de la relación como temas pendientes, que nos dan la señal de alerta. Si hablábamos de amor, pues ese es el momento en que hay que generar los acuerdos reales. Sentarse a conversar y asumir. Lamentablemente, y como dije anteriormente, cuando existe un constante ejercicio de buscar un “culpable”,  y  solo una parte se dedica a conciliar, esta se desgasta, y se somete a un sufrimiento innecesario. Eso es lo que a la larga termina por destruir cualquier relación, por muy placentera que esta sea.


-          ¿Y qué piensa entonces de la gente que parece indiferente a las diversas experiencias que le ha tocado vivir a lo largo de la vida, y prosiguen como si nada, en nuevas aventuras?

-          Pues, es claro que hay gente que al término de una relación, tratara de buscar rápidamente la forma de involucrarse en otra. Ya sea al final de, o en el epilogo de la anterior.  Hay mucha gente que funciona en base a “cosechar” posibles candidatos para un eventual quiebre.  Esa conducta es fácil y simplista, pero a la larga someterá a nuestro Tarzán emocional, a un callejón sin salida, en donde tarde o temprano tendrá que enfrentarse al dolor que ha pospuesto por tanto tiempo.

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