No es la primera vez, que hemos sido
testigos impávidos de la violencia intrafamiliar, ejercida tanto por hombres y mujeres, presos de relaciones tóxicas y enfermas.
Ya en el año 2013, un hombre bajo un ataque de celos, había sacado los ojos a su ex pareja, para luego ser abatido a
tiros por la policía. El año siguiente, la opinión pública se estremecía ante
el caso de una mujer víctima de maltrato que asesinó, descuartizó y cocinó a su pareja.
El perturbador ataque de los últimos
días a una mujer en mujer en Coyhaique (Localidad del Sur de Chile), que
terminó con la victima sin ojos, en
riesgo vital, vuelve nuevamente a remecer a una sociedad, que solo reacciona
mediante la búsqueda de culpables, y no en solucionar el tema de fondo.
Y aunque existan importantes
campañas en redes sociales, y medios de comunicación, intentando concientizar a
las posibles víctimas (Según la última
Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos
Sexuales 2012, un 31,9% de las mujeres entre 15 y 65 años, declara haber
sufrido alguna forma de violencia por algún familiar, pareja o ex pareja,
alguna vez en su vida. El 74% de ellas indica que la recibió de parte de su
pareja o ex pareja) y que cada incidente haya duplicado el impacto en la opinión
pública, el esfuerzo parece ser estéril. Los crímenes son cada vez más
horrendos, y poco y nada podemos hacer para detener la escalada de violencia
instaurada en muchas relaciones.
Vivimos en una sociedad enferma. Y
como buenos enfermos, uno de esos síntomas, es precisamente la violencia
desmedida. Violencia producto de la frustración. Frustración de vivir en un
medio materialista, que habla de propiedades y derechos, pero que deja mucho
que desear sobre el respeto y la dignidad.
¿Qué podría llevar a una persona a
relacionarse con alguien que pase a llevar sus derechos humanos? ¿Alguien que
no respete sus espacios, su individualidad, y considere que es una propiedad?
¿Es acaso el machismo, el feminismo, ambos dos, los responsables de esta condición?
¿No es acaso un deber, hacernos respetar como seres humanos?
Las situaciones de violencia en la
pareja, deben ser detenidas a la primera señal; Sin prorrogas, ni segundas oportunidades. Y no hablo única y exclusivamente de la
celopatía y sus múltiples expresiones, de
los golpes, las infidelidades, la humillación constante, y la perdida de la
dignidad. Estamos frente a una
escalada de la violencia que impresiona y que se expresa cada vez de peor
forma, con resultados fatales, o con un gran coste psicológico para las
víctimas y su entorno. Esto es un llamado de alerta . Si relacionarse en cualquier nivel, implica someterse a la
violencia, siempre será mejor la soledad. Y si ya está involucrado en un
espiral de violencia, salga de ahí y denuncie oportunamente. Tome todas las
medidas posibles a su alcance para evitar que la violencia siga escalando.
Recuerde que vivir una vida en paz, va a depender en gran medida de usted.
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