
El traje ajustado, no aislaba el
viento que soplaba y jugueteaba con los papeles esparcidos por doquier. La
única manera de aminorar esa sensación casi punzante, era seguir caminando sin
rumbo, hasta en algún momento desaparecer.
Había alguien tras de él. Eso se
podía percibir desde el primer momento en que puso los pies sobre la acera; y
aunque el sentimiento de soledad, se
hacía abrumador, cada paso que daba, era iluminado mágicamente. Aquellos
pequeños destellos de luz, eran sino una esperanza con sabor amargo, porque sabía
que todo lo que experimentaba, no era más que un ardid. Alguien había jugado
con su amor, solo con la idea de perjudicarle.
¿Quién podría planear de manera tan maquiavélica, una
trampa en la que el amor fuese el cebo principal?
¿Cómo escapar de una trampa
que no solo dañaba el cuerpo, sino que el alma?
Sonaba como una locura quizás. Yo sé
que debes pensar lo mismo. Pero lo que te digo es verdad. Después de tanto
tiempo, ahí estaba Billie Jean, esperándome con un bebé en brazos.
Solo tengo claro algo.
El Chico no es mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario