En la mitología griega, existia un animal fabuloso llamado "Quimera", nacida la unión entre la monstruosa ninfa Equidna y el dios Tifón. La bestia, que fue derrotada por Belerofonte y su caballo alado Pegaso, tenia cabeza de León, cuervos de cabra y escupía fuego. Aterrorizaba con su presencia a quien osara enfrentarle.
Los recuerdos a veces actuan como este ser mitologico, salvo que, en esta oportunidad, la bestia está encerrada en la jaula del subconsciente, y nos ataca furiosamente a través de los sueños, y en otras ocasiones, cuando despiertos, somos victimas de los pensamientos recurrentes.
La Quimera de los recuerdos, agotada y sin razón, se presenta ante nosotros tratando de hacer tronar nuestra cordura y nuestra estabilidad, repitiendo una y otra vez un absurdo irrealizable, una acción vedada al consciente y al presente. Se intenta ocultar en la mente, pero queda expuesto al intentar asustarnos con su sombra. A veces dudamos, y a otras tantas, nos derriba con su rugido...
¿Qué ocurre cuando nuestros pensamientos, se transforman en traicioneras visiones que emergen una y otra vez desde nuestro ser, para tratar de persuadirnos de un sentimiento en particular, que pretendemos retener?
¿Qué hay de lo que nuestro organismo esta pretendiento dar cuenta, mediante este recurso?
Es un extraño fenomeno el que se produce en la mente. Tratar de colorear recuerdos y emociones, casi al punto de elevarlas al nivel de ensoñaciones mágicas e irrepetibles. Y es que en verdad cuesta calmarse en este punto. Crees que tienes todo bajo control ahi dentro, y un pequeño trozo del pasado se sigue colando al interior, siendo tan pequeño, pero produciendo una sombra enorme. Es quizas en estos momentos, cuando ha llegado la hora de sacar de una buena vez todos los sedimentos acumulados en el alma, para darle espacio a nuevas vivencias, y porque no, darle espacio a nuestro ser para que pueda renacer. Aferrarse a los recuerdos, es simplemente engañarse a si mismo en el presente. Hay que hacer como Belerofonte, y afrontar nuestros miedos, a la cara, sin temor, para que finalmente desaparezcan como la Quimera.
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