Tarde gris. Sumergido en mi
habitación y en la oscuridad artificial, que provocaban las cortinas cerradas. Se escuchaban las primeras gotas de la lluvia rebotando sobre la cornisa, como una marcha de pequeños seres, que anuncian la llegada de un carnaval.
Tarde
gris, y un día feriado. Completamente solo encerrado por el clima y los
sentimientos.
Pensamientos grises como el día.
Reiterativos. Algunos complejos, otros que vagaban sin rumbo fijo, dejando a su
paso una estela de dudas. Todos ellos, se daban cita en mi cabeza en aquel momento.
La nostalgia del tiempo perdido, que se hacía presente en aquella tarde gris.
Salgo a caminar. En medio de la lluvia
y la música que sonaba tenue en mis oídos, tratando de buscar un poco de calma,
respirando el frio aire de Abril, que me recordaba a mi niñez.
No había calma por supuesto, solo había caos
y tristeza. No existían las palabras correctas ni las palabras incorrectas.
Solo quería salir de esa situación, esperando que el camino que tomaría esa
tarde, hiciera el resto. Caminar sin rumbo.
Tomo el bus con destino a ninguna
parte. Gente abrigada sube tímidamente mientras tratan de cobijarse del frio.
Al fondo, la cúpula gótica de la catedral, apuntando hacia el cielo como una
flecha gigantesca. La micro baja hacia un túnel, que parece la boca de un
gigante hambriento. Apenas me levanto y toco el timbre. Me bajo.
Finalmente,
estaba ahí. Parado en una catedral gótica que siempre quise visitar. Interrumpí
la liturgia con mi presencia. Hacia frio al interior. Y ahí me quede sentado
tratando de aclarar las ideas y entender en lo que todo se había transformado
hasta ese punto. No había respuestas. Al menos no las que quería o pretendía obtener.
Solo interrogantes cada vez más profundas que se fueron haciendo una pesada
carga para aquella tarde. Dios estaba calentándose las manos o tomándose un té.
Definitivamente no estaba ahí.
Regreso a
mi hogar. Enciendo la luz de mi mesa de noche. Tengo los zapatos mojados y los
pies también. Ahí donde alguna vez estuviste acurrucada, solo quedaba un
espacio vacío en donde solo hay desprecio y orgullo. Tomo el teléfono y simulo
marcar. Simulo hablar, mientras afuera la lluvia comienza a tomar fuerza y su
sonido me tranquiliza. Me sumerjo en las tinieblas de esta tarde, abrazado por
la indiferencia de los recuerdos.
Se había acabado el tour gris de aquella tarde.
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