-
-
Eres
lo peor que me pudo haber pasado
-
- Pero
tú lo escogiste.
-
- Sí.
Tienes razón. Lo escogí. Pero ahora ya no lo quiero. Ya no quiero esto. Estoy
aburrido de esta obra en donde siempre me llevo la peor parte.
- -
Ah.
Es que ese es tu problema. Eres una persona débil. No tienes capacidad de entender
las cosas, y al final terminas como costumbre, en el fondo de un pozo, pidiendo
ayuda. Que te quede claro que esta vez no voy a salir en tu ayuda.
-
- No
te la he pedido.
-
- Entonces
cállate. Quiero dormir.
Transformar
una relación en un podio para exponer los defectos del otro, es sin duda un mal
ejercicio que a menudo, parejas de mucho tiempo comienzan a desarrollar.
Usualmente es este el gran motivo que termina por desatar muchas de las crisis
que a posterior, significarían el triste desenlace. ¿Pero que nos motiva a
desarrollar una sistemática ofensiva contra alguien que en algún momento,
entraba en el rango de la perfección?
Haga un
breve análisis. Es probable que sus intenciones siempre hayan sido las mejores.
Y muy probable, las de su pareja igual. Pero eso no fue suficiente. En algún momento,
alguien descubrió trazas de humanidad. Si, aquellas cosas malas que también forman
parte de nosotros. En este punto todo podría traducirse en ¿Así como podemos
vivir con lo bueno, podemos vivir con lo malo? ¿Y si tolero lo malo del otro,
el otro, tolerara lo malo en mí?
¿Qué resultara
de esta nueva etapa?
Es un
dilema interesante. Nunca conocemos una pareja mostrando nuestros defectos ni
falencias. Si lo hiciéramos, seria probable que nunca encontraríamos una
pareja, o quizás si, pero no deja de ser interesante el ejercicio de pensar en
que una relación, usualmente se traduce en un proceso de adaptación para el que
hay que estar preparado.
- Estaba durmiendo con el Diablo, y no me di cuenta.