Robert Louis Stevenson, responsable
de la novela "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" (1886), hizo un interesante relato relacionado a
la capacidad de la mente humana para generar un fenómeno de doble personalidad.
Doble personalidad, que en el caso de la novela, se transformaba en una
pesadilla constante para el protagonista: El bien y el mal, la luz y la sombra
tratando de sobreponerse.
Fue interesante reencontrarme con
este libro, y darme cuenta de que de alguna manera los humanos, padecemos en mayor o menor grado de este conflicto interno al que estaba expuesto el protagonista de la obra. Quizá no al extremo
descrito en la novela de Stevenson, pero definitivamente, algo tenemos de Jekyll
y el Señor Hyde en nuestro interior.
Lo sé. La comparación puede parecer
un poco burda en primera instancia, pero pienso que este desorden psicológico de
personalidad, se hace muy real cuando estamos bajo los efectos del
enamoramiento. ¿Quién bajo los efectos de este, no ha terminado desconociéndose
a sí mismo, realizando acciones que jamás se hubiera imaginado? ¿Cómo es
posible que los fuertes se tuerzan llorando por amor? ¿O que la gente que
estuvo muy enamorada en algún momento, hoy no acumule más que odio por la que
alguna vez fue su pareja y que amaba con todas sus fuerzas?
La manera en que comenzamos las
relaciones hoy en día, consiste en un patrón sumamente común y que se acerca un
poco a la forma en que el brillante Dr. Jekyll, comienza a dar rienda suelta a
este monstruo que desconoce, y que sin embargo habita en él. Una personalidad oscura que termina saliendose de control, con resultados totalmente inesperados.
Pero, volviendo al tema afectivo, es común enredarnos en diversas relaciones,
creyendo poder encontrar en el otro, todo lo que queremos y necesitamos,
pensando en que son fuentes inagotables de placer y alegría. Nos sublimamos en
un ejercicio que muchas veces termina con nosotros sumidos en depresiones,
angustias, tristeza, y una serie de sentimientos que son casi todo lo contrario
al amor que sentimos en principio. ¿Qué fallo? ¿Qué hicimos mal?
Aparece de nuevo el
atormentado doctor del relato. Todos somos Jekyll’s tratando de amar a Hyde.
Y ahí
reside a la vez, el error más grande de todos, ver al otro por separado.
La lección más importante, es que
hay que saber amar al Dr. Jekyll y Mr. Hyde como un todo. SI te enamoras
solamente de la parte buena, la parte mala de una persona, te será chocante. Al contrario, si
te enamoras del monstruo, su parte buena, te será incomoda, casi rozando en la
parodia.
Como humanos nos acostumbramos a la
idiotez de pensar que somos buenos o malos., pensando que el definirnos nos
convertirá en un absoluto inmutable, lleno de orgullo y sobrebia.
Sin embargo, nuestra personalidad va cambiando con el tiempo, transformandose lentamente durante el tiempo. Todos tenemos algo de cada cosa, en mayor o menor
grado, pero formamos un todo, y eso es lo que hay que aprender a amar. Un todo
como tal.Con el bien y el mal integrados a nuestro ser.