Probablemente
estaban ciegos. Y sí, también es sabido que el amor es ciego.
¿Será
ese dicho una macabra alegoría sobre los resultados de toda relación con el
pasar del tiempo? Nadie lo sabe. Ni siquiera las culturas ancestrales pudieron
encontrar la respuesta a aquel misterioso sentimiento que nace entre dos
personas.
Pero no
lo cite el día de hoy para hacer un resumen de esto.
No, para
nada, simplemente tenía la finalidad de poder conversar con usted, sin las
interrupciones propias de su trabajo, y también para acaparar toda su atención.
-
¿Hay
algún motivo en especial para tanta preparación?
-
Ah,
bueno, la verdad es que, en parte sí. ¿Recuerda esa vez que nos reunimos en un
viejo café del barrio patrimonial, para jugar con los arcanos y develar el
porvenir?
-
Lo
recuerdo claramente. Incluso puede que recuerde hasta las cartas que
aparecieron en esa ocasión. Déjeme ver… probablemente serían El Colgado, la
Estrella y el Emperador. ¡Qué tiempos aquellos!
-
¡Qué
buena memoria! Creo que yo no me hubiera acordado de ninguna.
-
Soy
bueno recordando algunas cosas. Sobre todo ese tipo de cosas. Pero bueno, ¿su
tema tiene que ver acaso, con una lectura de Tarot?
-
En
parte. Yo no soy mucho de las artes que deparan el porvenir, y eso usted lo
sabe de sobra. Soy más amigo del libre albedrío, que de un destino escrito por
algún dios caprichoso.
-
Pues
no miremos el porvenir entonces, porque eso se escribe desde este preciso
instante, con cada una de las decisiones que usted escoja para su vida. Pueden
ser acertadas, o simplemente errores. Lo único claro, es que existen ciertas
cosas que podemos manejar en nuestra vida; actitudes, acciones determinadas,
pero hay factores que no podemos controlar, y para eso, este tema de las cartas
es una buena guía.
-
Comprendo.
Pues dígame entonces, ¿Qué hay del amor para este pobre hombre, defraudado? ¿Ella
me quiere aún?
-
Voy
a serle franco antes de empezar. Y sin sacar un solo arcano de la funda. La
respuesta es un definitivo NO.
-
¿Pero
por qué lo dice? Ni siquiera hemos revisado…
-
No
se trata de eso. Amor es o no es. Cuando hay una duda, o pretende usted cambiar
algo, ya se acabó todo lo que tenía que hacer en ese lugar. Las personas que
entran a nuestra vida, y que en verdad generan cambios positivos en nuestro
interior, no son quienes hacemos calzar a la fuerza. Ese tipo de personas,
usualmente suele provocarnos una agonía que se extiende por años. Algunas
veces, caótica, y otras veces en silencio. Pero siempre por propia elección. Si
usted me pregunta eso, probablemente yo debería preguntarle si usted mismo, se
quiere tanto, que no requiere a alguien a su lado para estar feliz.